El uso de las plantas bulbosas es muy antiguo: probablemente ya en la prehistoria nuestros antepasados se alimentaran de raíces carnosas.
Un poco de historia
El uso de las plantas bulbosas es muy antiguo: probablemente ya en la prehistoria nuestros antepasados se alimentaran de raíces carnosas. En China, desde hace miles de años las escamas y los bulbos de azucena se emplean de distintas formas para preparar tónicos y reconstituyentes.
Los antiguos egipcios cultivaban las cebollas, del mismo modo que los sudamericanos precolombinos producían las patatas. Los cretenses, hace miles de años, exportaban el azafrán (se obtiene de la flor del Crocus, otra planta bulbosa).
El uso ornamental de este tipo de plantas se remonta también a las antiguas civilizaciones de Egipto, Grecia. India etc. Por poner un ejemplo, en China el uso de la peonía como planta ornamental en los palacios y templos se remonta a la dinastía Tang, que reinó entre los años 620 y 907.
Desde la Antigüedad se ha atribuido un significado religioso a las flores de algunas bulbosas. En la Biblia puede leerse que esculpieron flores de azucena (Lilium) en los capiteles del Templo del rey Salomón (961-922 a.C) como símbolo de pureza. En la época cristina se conservaron ciertas simbologías, como en el caso de la azucena, emblema de virginidad o castidad.
El iris blanco, (y no lirio, como es denominado comúnmente) se convirtió en el símbolo de Florencia desde el siglo XI: al parecer los florentinos participaron en las Cruzadas con este estandarte derivado de la Iris germánica var. florentina, de flor blanca.
Un momento crucial en la historia de las bulbosas es la introducción en Europa del tulipán: al parecer un embajador austriaco trajo varios bulbos a Viena desde Turquía por el año 1544. Cincuenta años después, Charles de l’Ecluse, profesor de botánica, trajo consigo desde Viena una colección de bulbos, dando inicio a la llamada tulipomanía , que estalló primero en Francia entre los años 1610 y 1620 para alcanzar la cima en Holanda por el año 1634, convirtiéndose gracias al clima y a la naturaleza arenosa del suelo, en el mayor productor y exportador mundial de bulbos.
Por entonces, un solo bulbo de tulipán podía costar cifras increíbles, y muchos cometieron auténticas locuras para asegurarse los bulbos de las variedades más raras.
Los tulipanes mantuvieron un elevado valor hasta el siglo XIX. La hibridación y la selección han dado origen a una increíble ampliación del surtido disponible para los cultivadores.
¿Qué son los bulbos?
Son yemas subterráneas – en el centro de las cuales se halla la yema de la flor – rodeadas de hojas carnosas y modificadas (escamas o catafilos); cumplen una función de protección y almacenamiento de las sustancias nutritivas. Las hojas exteriores son secas, con consistencia de papel y forman la llamada túnica.
Cada año, a partir de yemas laterales se desarrollan nuevos bulbos: el original puede morir o (en la mayoría de los casos) seguir brotando durante varios años. Los nuevos bulbos se pueden separar del original y replantar, con lo que aumentarán de tamaño y darán origen a otros bulbos. Algunas plantas bulbosas en la axila de las hojas producen los llamados bulbillos, como pueden ser cebolla, ajo, Tulipa, Narcissus y Lilium.
Se suelen agrupar dentro del término bulbo, estructuras que se asemejan en su comportamiento a los bulbos, hablamos de los cormos, los tubérculos, los rizomas, y las raíces tuberosas.
¿Cuales son las diferencias entre los bulbos y los cormos?
Si vemos un cormo desde dentro, no encontramos anillos de almacenamiento visibles como los creados por los tejidos en capas en los bulbos, y esta es su principal diferencia. Los cormos son tallos subterráneos engrosados y sin escamas; como los bulbos, tienen una base aplanada de la que parten las raíces.
El crecimiento se produce desde la punta del cormo, mientras que desde las yemas axilares, se forman cada año nuevos cormos que van a sustituir a los viejos: cada cormo dura sólo un año, dado que se agota al proporcionar sustancias nutritivas durante el crecimiento.
Producen cormos los Gladiolus, Fresia o Crocus.
¿Cómo podemos distinguir un bulbo de un tubérculo?
Los tubérculos son tallos subterráneos engrosados como los cormos, pero no presentan la base aplanada; los tallos epigeos se pueden desarrollar desde diversos puntos del tubérculo (un ejemplo serían los ojos de patata).
La mayoría de los tubérculos se va engrosando a medida que la planta crece, pero hay algunos cuyas dimensiones se reducen.
Producen tubérculos: patata, Cyclamen, Anemone, Begonia tuberosa.
¿Qué son los rizomas?
Son tallos engrosados que crecen en sentido horizontal, completa o parcialmente bajo tierra.
Las raíces se desarrollan desde la parte inferior, mientras que los tallos epigeos se desarrollan desde la punta (también llamada ojo).
Producen rizomas: Zantedeschia (Cala), Convallaria, Canna.
Las raíces tuberosas
Son raíces que aumentan su tamaño para almacenar las sustancias nutritivas. Estas raíces se desarrollan de forma radial a partir de la corona, es decir, de la base del viejo tallo. A partir de la corona se desarrollan también nuevas yemas que dan origen a los nuevos tallos.
Como consecuencia, para la propagación se pueden desprender porciones de las raíces tuberosas, cada una de ellas provistas de un ojo.
Producen raíces tuberosas: Dahlia, Clivia, Ranunculus y Alstroemeria.
¿Cual es el periodo de floración?
A menudo las bulbosas se distinguen en función del periodo de floración; así , se habla de bulbosas de floración primaveral, estival u otoñal. En cualquier caso, todas las bulbosas tienen, en el transcurso del año, un periodo de reposo vegetativo (hibernación).
La época de floración puede anticiparse con el llamado forzado: los bulbos son colocados durante cierto periodo de tiempo en una cámara frigorífica a una temperatura determinada que varía de una especie a otra, simulando así el momento en que la planta entra de forma natural en hibernación y engordando al bulbo al final del periodo en la cámara frigorífica, que ya lo ha superado. Al final de este tratamiento, los órganos subterráneos están ya listos para florecer, en ocasiones de forma mucho más precoz que los bulbos no tratados.
¿Cómo elijo las plantas?
Las especies bulbosas de flor se clasifican por su época de plantación y de floración. Existen 2 grupos: los bulbos de plantación otoñal, que florecerán a finales del invierno o principios de la primavera y los bulbos que se plantan en primavera y florecerán a finales del verano y principio de otoño.
Es importante seleccionar bien las plantas que deseamos tener en nuestras macetas o en nuestro jardín teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado y deberemos escoger cuidadosamente los bulbos que plantaremos. Evitaremos llevarnos a casa bulbos con yema o aparato radical bien visible, así como bulbos con signos de podredumbre, moho, manchas o suciedad.
Es recomendable adquirir los bulbos los antes posible en la temporada, ya que podremos elegir las mejores piezas y también plantarlos lo antes posible ya que rara vez podremos encontrar en nuestra casa las mejores condiciones de almacenamiento para ellos.
¿Cómo plantar los bulbos?
Los bulbosas tienen necesidad de un terreno fresco, donde no se hayan cultivado en los últimos años otras bulbosas y bien preparado. Aproximadamente una semana antes de la plantación se debería labrar el terreno y añadir arena gruesa si es demasiado compacto y el drenaje no es óptimo (en este caso se puede utilizar grava fina). Está contraindicado el uso de estiércol, especialmente fresco. Con un rastrillo se incorpora un buen fertilizante mineral, que favorece una buena partida de las yemas.
Los plantaremos lo antes posible tras su compra; si no fuera posible, los protegeremos con una ligera capa de turba ligeramente húmeda.
Para la plantación, debe cavarse un hoyo que tenga una anchura aproximada de una vez y media o dos veces el diámetro del bulbo. El hoyo deberá tener una forma regular, con el fondo plano y las paredes lo más verticales posible: puede ayudarnos para este fin un plantabulbos, utensilio que podremos encontrar fácilmente.
La profundidad varia en función de la especie y variedad y suele venir indicado en los envases de los bulbos. Si el terreno es arenoso, la profundidad debe aumentarse ligeramente, mientras que en terrenos más compactos, plantaremos de forma más superficial.
El bulbo debe colocarse sobre el fondo del hoyo con los ojos hacia arriba, con una ligera presión, con el fin de que no quede aire entre la base del bulbo y el terreno. Después de situar correctamente el bulbo, se llena el hoyo con la tierra retirada anteriormente, compactamos un poco la tierra y regamos, sólo un poco, para evitar encharcamientos.
Si la zona es particularmente fría, con el objetivo de proteger los bulbos puede ser útil un acolchado con turba, hojas, paja u otro material orgánico, que luego deberá retirarse una vez pasado el peligro de heladas.
¿Ya has plantado los bulbos? hablemos de fertilizar
Para efectuar correctamente la fertilización hay que tener en cuenta las especies de bulbosas que vamos a cultivar, qué uso pretendemos darle y la naturaleza del terreno: algunas son más exigentes, otras son frugales; los bulbos utilizados para una sola temporada no necesitan fertilización; si el terreno es pobre en elementos nutritivos, es oportuno incorporar un abono de liberalización lenta antes de plantar. La fertilización es particularmente importante para las bulbosas cultivadas en macetas, que necesitan aportes regulares de sustancias nutritivas suministradas con el riego. Deberemos tener precaución porque un exceso de fertilizante puede debilitar las plantas y favorecer la aparición de algunas enfermedades.
El riego
Las bulbosas primaverales en jardín no se riegan hasta la floración; después, para favorecer el crecimiento de las hojas, hay que regar hasta que se ponen amarillas o marrones. Algunas bulbosas de floración estival necesitan riegos abundantes durante periodos de sequía.
Para las bulbosas en maceta se requieren intervenciones regulares cuando el sustrato empieza a secarse: las cantidades deben ser abundantes, aunque sin causar estancamiento.
… ¿y después de la floración?
Las flores marchitas deben cortarse justo por debajo de la corola con un cuchillo afilado o con tijeras, conservando los tallos: de esta forma las sustancias nutritivas son dirigidas hacia las flores restantes o hacia los órganos subterráneos de la planta.
Las bulbosas anuales pueden extirparse de inmediato, las perennes deben regarse hasta que las hojas se pongan amarillas (o marrones), para luego extraer los órganos subterráneos y conservarlos en el almacén.
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