El riego consiste en aportar agua al suelo para que los vegetales tengan el suministro que necesitan favoreciendo así su crecimiento. Se utiliza tanto en agricultura como en jardinería. Veremos los métodos de riego y una serie de cosas que podemos hacer para optimizar los recursos, en definitiva, realizar un consumo responsable del agua.
Un poco de historia
En el 3.000 a.C., el hombre se había hecho sedentario y, por lo tanto, para desarrollar su sociedad, trató de dominar el agua llevándola desde los ríos por medio de represas hacia tierras aptas para el cultivo.
Rápidamente pudo dominar esta técnica y gracias a este descubrimiento es como comienza la historia del riego en la agricultura.
La técnica del riego ha avanzado muchísimo en todo este tiempo gracias, entre otras cosas, a los avances tecnológicos, llegando a optimizar los cultivos ahorrando recursos y siendo en definitiva más eficientes.
Métodos de riego
Existen muchos métodos de riego pero los más comunes son:
- Por arroyamiento o surcos
- Por inundación o sumersión, generalmente en bancales o tablones aplanados entre dos caballones
- Por aspersión. El riego por aspersión rocía el agua en gotas por la superficie de la tierra asemejándose al efecto de la lluvia
- Por infiltración o canales
- Por goteo o riego localizado. El riego de goteo libera gotas o un chorro fino, a través de los agujeros de una tubería plástica que se coloca sobre o debajo de la superficie de la tierra
- Por drenaje
El método principal de entrega de agua al campo (para cerca del 95 % de los proyectos en todo el mundo) es el riego por inundación o de surco. Otros sistemas emplean aspersores y riego de goteo. Aunque sean técnicas relativamente nuevas, que requieren una inversión inicial más grande y manejo más intensivo que el riego de superficie, el riego por aspersión y el de goteo suponen una mejora importante en la eficiencia del uso del agua, y reducen muchos problemas relacionados con el riego.
Consumo responsable. ¿Cómo podemos ahorrar agua?
Sin dejar de tener un jardín bonito y cuidado podemos aportar nuestro granito de arena. ¿Cómo? Consiguiendo la máxima eficacia del agua que utilizamos. Recordad que debemos agrupar las plantas según sus necesidades hídricas y que el suelo debe retener bien el agua. (Ya lo vimos en otra entrada). Algo que se debe hacer es planificar nuestro jardín o huerto, así podremos ser más eficientes y usar los métodos y dispositivos que mejor se adapten a nuestras necesidades.
Si tenemos césped, intentaremos reducir su superficie, utilizando también mezclas de césped de bajo consumo de agua con cierta resistencia a la sequía.
- Dejaremos el césped más lardo de lo habitual en épocas de máximas temperaturas, contribuiremos así a que la superficie del suelo se encuentre más sombreada y mantenga más la humedad.
- Instalaremos un riego automático adaptado al diseño del jardín, de esta forma controlaremos el riego totalmente.
- En la medida de lo posible, sectorizaremos el sistema de riego del jardín para que cada grupo de plantas, (por ejemplo: árboles, arbustos, césped, xerófilas, etc.) reciba el agua que necesita. Esto es crucial pensarlo en la fase de diseño, ya que de no hacerlo entonces, mezclaremos todo tipo de plantas y será imposible diferenciar el riego. La planta con mayor exigencia de agua será la que marque el nivel de riego para todas las demás. éste es un punto clave ya que hará que ahorremos mucha agua y en definitiva, nos hará más eficientes.
Ajustaremos el tiempo de riego, según las necesidades de las plantas en función de la estación en la que nos encontremos, no se requiere el mismo riego en invierno que en verano, con el programador de riego podremos ajustar esto sin dificultad alguna.
- Evitaremos regar en horas de mucho calor para evitar la evaporación del agua. Es mejor regar a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde e incluso de noche.
- Evitaremos regar con mucho viento, ya que el riego no será eficiente. Usaremos un sensor de viento para poder controlar el riego en estos casos.
- Evitaremos regar si está lloviendo o el suelo está muy mojado, existen sensores de lluvia e higrómetros para controlar esto.
- Revisaremos periódicamente nuestro sistema de riego, buscando posibles pérdidas y verificando su buen funcionamiento.
- Utilizaremos plantas trepadoras, en pérgolas o techados, para sombrear y crear un ambiente más fresco en nuestro jardín.
Si tenemos mucho viento, podemos usar setos para proteger nuestro jardín.
- Podemos usar plantas o arbustos tapizantes, para cubrir suelos y conservar mejor la humedad.
- Instalaremos un depósito para almacenar agua de lluvia y regaremos con esta agua siempre que podamos.
- Aportaremos materia orgánica periódicamente con el fin de mejorar la retención de agua del suelo.
- Si tenemos un suelo muy arcilloso con mal drenaje, añadiremos arena de río para mejorar la infiltración. Lo ideal es conseguir un suelo franco.
- Si nuestro suelo tiene una baja capacidad para retener el agua, regaremos con más frecuencia y riegos cortos. En cambio si nuestro suelo tiene buena retención, haremos riegos más largos y con menos frecuencia, así las plantas desarrollan un mayor sistema radicular, ya que buscan agua en capas más profundas del suelo, reduciendo a largo plazo, la necesidad de riego.
- En los árboles y arbustos, sería interesante hacer alcorques), alrededor de los troncos para captar el agua de forma más eficiente.
- Los caminos y senderos que transcurran por nuestro jardín deberán estar más elevados y que vierta el agua a las zonas ajardinadas.
- Si tenemos presupuesto para ello, instala una depuradora de aguas grises procedentes de la vivienda para utilizar esta agua para regar.
Con toda esta información es posible ahorrar mucha agua, ser sostenible y racionalizar recursos. Si necesitas ayuda, contacta con nosotros y te orientaremos en todo el proceso.
0 comentarios
Para comentar debe estar registrado.